一 Pesadilla
La fuerte luz del sol cegaba los ojos rasgados de Masaki Ishiyama. Se sentía atrapado en un plano extraño, lejos de lo que el resto de los humanos llamarían un sueño o una pesadilla. El ocaso de la tarde proyectaba en la arena la sombra de su delgada figura y de aquellos característicos descuidados mechones que parecían no conocer las peinetas. Los vientos de la costa sacudían levemente su camisa de franela color amatista, siempre desabotonada, dando a mostrar su playera grisácea debajo de ella. Tenía la piel de gallina corriéndole por sus brazos, el calor del sol era muy débil para contrarrestar esa sensación.
Por un largo rato, se quedó contemplando su manto opaco en la arena al tiempo que sus oídos se hallaban perdidos en el furioso bramido de las marejadas de aquella playa en la que estaba. Un golpe de olas contra las arenas, un manto de espuma y la efervescente recogida, se repetía una, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces. El sonido del mar era desagradable para el confundido muchacho -lo que es un susurro para una persona común y corriente, para él se había vuelto un constante martilleo dentro de su cabeza. Si cosas tan simples como mirar al sol se habían vuelto para él en una tortura. Su visión no fue lo único que se afinó este tiempo, también lo fueron el resto de sus sentidos. Ahora era capaz de percibir el sabor a sal incluso en los caramelos más dulces, los aromas más tenues de la calle eran contraste de extremos como el Bolero de Ravel, su vista fácilmente podía confundir la incandescencia de una ampolleta de la luz al final del túnel, el tacto le jugaba mala pasada dándole cosquillas a todo lo que entraba en contacto con su piel, también podía entender los comentarios chismosos que hacían tras sus espaldas. Sus cinco sentidos ahora le jugaban una mala pasada, una realmente mala.
Masaki no recordaba como había llegado hasta ahí. Hace poco sus sueños se convirtieron en una seguidilla de escenarios sin conexión lógica. Desde aquel día que se cambió de casa, todo ha resultado peor de lo que esperaba. Ni las prescripciones de su psicóloga lo han ayudado a llevar una vida cercana a lo normal. Sin embargo, había algo extraño en este sueño en comparación a otros: se sentía parte de él. Las personas que van al mundo de los sueños marcan acto de presencia a través de una proyección mental de su ser. Masaki no estaba sintiendo lo mismo, era como si estuviera en forma física en el mundo imaginario.
Muy en el fondo, Masaki sentía que no estaba en un sueño, él percibía su presencia en aquel lugar como si estuviera en dos planos simultáneos, entre la vida y la muerte. En su interior se sentía apaciguado y preocupado al mismo tiempo, ya no tenía certeza si estaba vivo o muerto.
Su respiración se agitaba, casi al mismo tiempo que se daba cuenta que no había tierra más allá del ribereño paraje y de aquellas huellas que estaban marcadas en la arena. Eran las huellas de tres individuos. Dos pares marcados por las zapatillas de aquel delgado muchacho y de un acompañante que iban a la izquierda muy a la par. Esa persona no estaba ahí, pero el final de sus huellas se detenían junto a él. El último rastro estaba marcado por un par de pies descalzos de tamaño delicado, ubicados al lado derecho de Masaki. Al frente de él, un letrero luminoso de tres metros con un pilar blanco macizo yacía en el suelo. De letras algo desteñidas por el tiempo, su inscripción recitaba:
Bienvenidos al Festival de Primavera de Providencia 2013
El corazón de Masaki no aguantaba tan veloz palpitar. Las huellas que lo acompañaban podrían tratarse de quién pensaba que era. Ya podía sentir que podría volver a encontrarse con ella una vez más. Debía estar ahí, en algún sitio.
Con la mirada trató de buscarla con una desesperación cada vez mayor. Por ella estaba soportando su desagradable estadía en aquella playa desolada. Habría dado su vida por ver una vez más su radiante rostro de ojos ambarinos, aunque fuera una vez más.
Masaki se alejó del letrero, entrecerró sus ojos y usó su mano derecha para regular la molesta luz del ocaso. Vagó unos metros, corriendo de un lado a otro, viendo por detrás de las rocosas que se encontraban lejos del mar. De un lado a otro, gritó el nombre de la chica que buscaba. Ilusionado, esperaba verla asomarse en el escenario. Estuvo buscando por media hora sin resultado alguno.
En ese momento de rendición, Masaki casi se había olvidado de las otras huellas descalzas en la arena, las únicas que continuaban el trayecto más allá del letrero. Él se alejó de las rocas y volvió al punto de partida. Siguió el rastro de las marcas a paso lento. Masaki Ishiyama caminó y caminó sin perder de vista a la arena. No supo cuanto tiempo transcurrió, tampoco que tanto había avanzado. El sol se mantenía ahí, como un punto de referencia inútil, agnóstico al reloj.
A unos diez metros, una figura oscura se encontraba parada en el mismo lugar que aquellas marcas terminaban. Esa persona posaba su mirada al horizonte, siguiendo al sol que ahora caía con suma lentitud. Apenas pudo ver sus cabellos rebeldes revoloteando a favor del viento, los que tenían un brillo tan dorado como la tarde. Su hoodie rojo claro sin el cierre puesto también se movía al compás del viento marino. A la distancia de Masaki no podía verse la cara de aquella persona.
Él dio por entendido que no era la persona que buscaba. La recordaba con el cabello azabache, usando blusa y chaleco traslúcidos. Junto a la agradable brisa fría acariciando la cara de Masaki, se le ocurrió acercarse y preguntar. Estaba seguro que ella podría saber si vio alguien más por los alrededores.
-¡Heeeeeeeeeeey, tú!- vociferó Masaki.
Al mismo tiempo que ella giró su cabeza, el viento marino se detuvo abruptamente. Un molesto pitido en incremento invadió los oídos del muchacho y se llevó ambas manos a ellos para protegerlos. Flotando en la arena, aquella figura se deformó de forma grotesca. Ella fue creciendo y en un instante rodeó a aquel confundido muchacho. Su cara se tornó vieja, podrida y alargada. Sus ojos se volvieron rojos, al tiempo que su aura adquirió un color a la par. Sus enormes mechones rubios se estiraron como tentáculos, buscando atrapar y estrangular al aparente intruso.
Los ojos de Masaki, aquellos que en algún minuto tocaron las lágrimas de Cassie, comenzaron a arder insoportablemente, a tal punto de gritar de locura. Todo su ser, cuerpo y alma, sentían una desagradable sensación de horror, combinado por el dolor de los insoportables pitidos y las cuencas ardientes.
-Ler'go- espetó la criatura.
-¡Aaaaaaargghhh!- chilló el muchacho de dolor.
-Láa'gate- repitió con más fuerza.
-¿Ruka? ¡Ruka!- gritó tercamente Masaki -¿no me reconoces?
-¡Fuerra!- los mechones de aquella criatura estaban estrangulando lentamente el cuello de Masaki.
-Ruka...- dijo en voz apagada Masaki, casi sin aire.
-¡FUEEEEEEEEERRRAAAAA!- gritó con un tono monstruoso.
Una agresiva masa de viento soplaba en contra de Masaki. No podía proteger su rostro de las ráfagas de viento. El cabello de su atacante había atado manos y pies con total firmeza. El pitido se había intensificado a niveles todavía más desagradables. Su cuello seguía siendo estrangulado por otro mechón.
-¿Por qué... me... odias?- intentó decir Masaki al tiempo que ya cedía a la inconsciencia.
-¡FUERRA DESTE LUGAA', AHOOOOORRA!- aquellos ojos rojos ahora enfrentaban la vista de un inconsciente Masaki. Ya para cuando Masaki se dio cuenta que no era la persona que buscaba, éste perdió el conocimiento. Una lágrima hinchada cayó de cada uno de sus ahora cerrados ojos.
Muy a lo lejos se sentía otra voz débil haciendo eco. Se repetía el nombre del muchacho una y otra vez. Masaki. Masaki. Masaki. Masaki...
* * * * *
-¡Masaki! ¡Masaki! ¡Masaki! ¡Despierta!
La voz de una mujer adulta trataba de hacer reaccionar al muchacho, quien estaba retorciéndose en la cama matrimonial donde descansaba. Desde el pasillo que daban a su habitación se sentían los ladridos de Cassie, quien no paraba de ladrar. Masaki abrió lentamente sus ojos, revelando sus recientes pterigiones. Su mirada buscaba el calendario en su mesa de noche. El día que no estaba cruzado era 26 de abril de 2014. Masaki estaba confundido, no sabía siquiera si seguía soñando o realmente volvió al mundo real. Su cabeza estaba hecha un manojo de piedras. Había dormido demasiado torcido. No recordaba detalle alguno de lo que había soñado.
La mujer que había despertado súbitamente a Masaki le chasqueaba los dedos intentando hacer que reaccionara y le prestara atención.
-¡Masaki! ¿Te encuentras bien? Gracias al cielo que te despertaste- declaró asustada la mujer.
-¡Mamá! Andai puro exagerando, si estaba durmiendo nomás- reclamó el muchacho.
-No parecía que durmieras, si te movías demasiado. Pensé que te estaba dando algo malo como una epilepsia- dijo su madre.
Masaki no respondió. Ya sabía que pasaría si llegaba a responderle, ella intentaría convencerlo a que volvieran a Las Condes porque era más seguro estar juntos. Monique es el típico tipo de persona que sobreprotege a sus hijos a tal punto que serían capaces de meterlos en burbujas gigantes. Pero Masaki no le aguantaba sus arranques de locura.
Aunque se quedó en silencio, su madre volvió a repetirle el clásico parlamento, argumentando que puede hacerse daño, pasar hambre u otra locura más que se le pueda ocurrir. Masaki Ishiyama estaba mirando en dirección al pasillo donde Cassie ladraba como loca. Con dos fuentes de ruido blanco insoportable, Masaki entró en el juego de Monique y defendió a voz alta sus razones por las cuales quería vivir solo. A su madre no solo le daba cosa que un muchacho como él se haya establecido en los huesos mismos de La Florida y haya botado la carrera que estaba a punto de terminar, todo por tener una nueva vida como productor musical. Su madre era una ferviente defensora de su postura, creía que esa carrera significaría la ruina económica de Masaki y la deshonra de su familia.
Ajeno a esa pelea familiar, una muchacha se encontraba contemplando la cordillera de Los Andes por los enormes ventanales de la terraza del apartamento. Sus pensamientos siempre la llevaban a cuestionar su presencia.
-Nou sé quis lou que tingo quei hace'. Sigo aquí. Algo me ata. Something. Tengo que ricoudar. ¿Acaso lo importante se ha desvanecer? ¿Eis este el castigo que debo pagar poo mii desobediencia? Debí habe sido mala. Las hojas están comenzando a caer. ¿Cuántas veces ya han pasado? Lo he vi catorce veces, creo. Las techos de las otras flats siemprre se ven tan blancos cuando el cielo es melancólico. Creo que lo mejor que me puede pesar es desaparecer? Creo que haber algo que no entiende. Deber reflexionar. Las aves están volando de nuevo rumbo al norte. Es una parvada. I must stop thinking in Spanish. Reflect. Reflect. Clear your mind...
La muchacha cerraba sus ojos intentando entrar en un trance. Mas los gritos y los ladridos no dejaban que ella se concentrara. Fruncía el ceño en señal de molestia absoluta. Aguantó un par de segundos hasta que sintió el undécimo ladrido de la labradora. Volteó a verla con sus ojos tan azules como las emanaciones que la acompañaban de hombro a hombro. Cassie dejó escapar un alarido de susto y se dirigió al fondo, donde madre e hijo aún discutían.
-¡Hmmph! ¡Ye han sido trues semanez y aún no se vae!- vociferó la muchacha, quien ya se dirigía a la habitación donde estaban esos dos. Estando al frente de ellos reventó en cólera:
-¿Por qué no te vais con ela di una veiz porr todes? ¡Lá'gate!
Masaki se giró violentamente hacia la osada muchacha quien, al parecer, estaba de acuerdo con su madre. No iba a aguantar que sus padres le exigieran cosas, mucho menos extraños que no había visto ni en pelea de perros.
-¡Linda la cosa! ¡Ahora vas y me traes a una de tus amiguitas del club para que me convenzas! ¡Linda la huevada!- Masaki nunca dice garabatos, a menos que esté realmente molesto.
Su madre miró extrañado a su hijo.
-¿Y pa' qué me mirái así? ¡No te hagái la victima!- rabió Masaki. Relajar su formalidad también formaba parte de su furia.
Monique miró fijamente a Masaki. No sabía si era un efecto secundario de los medicamentos que estaba tomando.
-Yo llegué sola, Masaki. Íbamos a venir tu padre y yo, pero él estaba ocupado.
-¿Ah, y esa amiga tuya es moco de pavos?- gritó Masaki, apuntando a la chica que estaba a los pies de la cama -¡Me carga que me vean otras personas enfermo en la cama!
La chica al frente de Masaki estaba aterrada. Ese dedo apuntando a ella la petrificó. Sus ojos azulados delataban que no estaba bien.
-Ahí no hay nada, Masaki.
Las llamas de la muchacha rubia se alborotaban como si no pudiera guardarse la sorpresa más tiempo. Sus extremadamente largas tres chasquillas aglutinadas temblaban sin parar.
-¡Él... puede... ve'me!- exclamó horrorizada la muchacha rubia.
Monique sabía que en el apartamento C62 habían dos personas. Masaki pudo ver una tercera. Masaki Ishiyama ha sido conjurado con la maldición del ojo ajeno.
Masaki ha podido ver a la "Rubia Suicida de Claroscuro".
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